Los machos dominantes tienen que tener desafios con otros machos y vencer para obtener niveles elevados de testosterona.
Investigadores de la Universidad de Cambridge han descubierto que los machos “optimizan” las mejoras autopercibidas en el estatus social a través de cambios hormonales que promueven el “apareamiento a corto plazo”
Agresión entre machos y selección por parte de la hembra. A lo largo de la evolución, en muchas especies, los machos han desarrollado características morfológicas y de comportamiento que son rasgos importantes a la hora de competir entre sí. Además, las hembras representan un factor selectivo importante en la evolución de los rasgos masculinos. Como son las hembras las que finalmente aceptan o no un macho con determinadas características entonces los machos con características atractivas tendrán más descendencia.
Los rasgos de los machos como resultado de la selección intrasexual
Los machos de muchas especies han desarrollado a lo largo de la evolución características morfológicas y de comportamiento que son rasgos importantes en la competición entre ellos. Por ejemplo, apéndices muy desarrollados como cuernos, aletas, colas, o coloraciones llamativas de la piel, plumaje, etc. son característicos en diversos taxones animales. Pero, además, los machos adoptan posturas o realizan comportamientos que realzan dichos rasgos y que se conocen con el nombre de exhibiciones. Un caso muy típico es el despliegue de aletas en los peces, compresión del cuerpo en lagartos, o la exhibición del plumaje coloreado o la emisión de canto en distintas especies de aves.
Se ha comprobado que estos rasgos tienen influencia en el desarrollo y resultado de las peleas entre machos. Así, el tamaño corporal relativo entre los contendientes condiciona mucho el resultado de la pelea, pero también el tamaño relativo de los cuernos, la cabeza, etc., siendo el animal que tiene un mayor grado de desarrollo de alguno de estos rasgos el que tiene mayor probabilidad de ganar en el enfrentamiento. En el caso de lagartos, por ejemplo, un mayor tamaño corporal proporciona una ventaja en un enfrentamiento agresivo; por otra parte, este rasgo está correlacionado con el tamaño de la cabeza y una testa mayor implica una mayor fuerza de la mordida, lo que puede condicionar el resultado de la pelea dado que en una pelea intensa los machos intercambian mordidas en diversas partes del cuerpo.
Se habla entonces de que las asimetrías (diferencias en los rasgos) entre los contendientes condicionan el resultado de la lucha. No obstante, no sólo existen asimetrías morfológicas, también existen asimetrías en otros factores como el grado de motivación de cada animal. Así, por ejemplo, animales que llevan más tiempo sin pareja pueden estar más motivados para pelear por acceder a un ejemplar del otro sexo. Otro tipo de asimetría está relacionada con la experiencia del animal: aquellos que hayan pasado por un mayor número de encuentros agresivos pueden tener ventaja en una siguiente pelea, sobre todo si previamente han sido también vencedores (es lo que se conoce con el nombre de “efecto de ganar”), un fenómeno que por ejemplo se ha descrito en algunos peces. La residencia previa de uno de los animales en la zona del enfrentamiento se ha mostrado que también es un factor determinante en el resultado de una pelea. Es el animal residente el que suele ganar (fenómeno descrito en peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos), aunque este efecto puede interactuar con el de las otras posibles asimetrías con resultados variables. En el caso de lagartos, por ejemplo, la asimetría en la temperatura corporal de los contendientes puede determinar el resultado de la pelea: es el animal con mayor temperatura el que puede resultar vencedor, incluso siendo de menor talla corporal.
Los datos provenientes de observaciones en el medio natural, junto con los obtenidos de experimentos de laboratorio, mostrando el efecto de todos estos factores han permitido que se lleguen a establecer modelos que reflejan las características generales que parecen regular los enfrentamientos entre machos. Una de las teorías más aceptadas en la actualidad, conocida como la evaluación secuencial del contendiente, expone que es la transferencia de información entre los competidores antes y durante el enfrentamiento la que determina el desarrollo y resultado de la pelea. Así, un animal que obtiene información visual, auditiva, química, etc. de una mayor capacidad del otro contendiente, renuncia a continuar el enfrentamiento. Esto permite optimizar el balance entre costes y beneficios del enfrentamiento para cada uno de los contendientes y, por lo tanto, ayuda a comprender el cómo y porqué se desarrollan las peleas entre animales desde un punto de vista de sus propios “intereses” y no desde el punto de vista del beneficio para la especie, como se entendía previamente.
Dado que el ganar en un enfrentamiento con otro competidor implica beneficios en cuanto al acceso a recursos alimenticios, de refugio frente a depredadores, o de obtención de pareja, los machos que desarrollen características que les beneficien en dichos enfrentamientos podrán tener una mayor probabilidad de supervivencia y reproducción. Si los rasgos que mejoran la habilidad competitiva tienen un componente heredable, pueden seleccionarse a lo largo del proceso evolutivo.
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